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domingo, 7 de octubre de 2012

Ya que no formula uno, toca Filomena.

Madrugue usted para nada!!.Ya no queda seriedad, medio- mal- duermo sin un triste sueño erótico que llevarme al espíritu y hacer la noche llevadera para que venido aquí choquen al Alonso, que no se yo si volverme a la cama o zurrarles la badana con la cosa de juntar letras mayormente.

Sin formula uno, paseo por las fotos y voy al río de mis recuerdos, un río ininiciatico y fecundo, cada chopo tenía un hijo fortuito o había colaborado en el furtivo desfogue y en  donde la vieja loca Filomena se iba a suicidar cada vez que se empetaba con su hija, metía los pies y se volvía, que ella quería morir ahogada no helada, lo que se murió la pobre era oxidada pues paso de usar de virgos a muñidora nocturna de furtivismos con su hija la propensa al vicio, no sé si se sacaba unas perrillas en tales menesteres, pues la hija era muy mirada en asunto de cuartos y sino repartía carga de trabajo sexual no iba a repartir dineros que en repartir se vuelven dividendos.

Filomena era muy suya, se fue a vivir a la ciudad con una de sus hijas, no paría más que hijas, se celaba cuando una de sus hijas besaba al marido, para mi que quería repartírselo y como no estaba en edad de procurarse un trabajo se lanzó a la calle, venderse no podía pues no había  cliente que la contratase, por lo que se ponía a mendigar por las esquinas y sacaba un buen dinero, más jornal que su propio yerno, más los extras que amañaba en la aldea con su criatura, una de ellas, ahí se iba valiendo, por esto cuando discutía se iba a suicidar un suicidio de tobillos y como resulta que la cosa del respirar queda a mano contraria pues no había forma, no sé cómo no cogió una pulmonía, o sería las ganas que tenía de que le dieran unas friegas, aunque me temo que tenía más fácil el suicidio que friega de macho complaciente.