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lunes, 16 de julio de 2012

Color rosado en verano.

Era menuda o haciendo un juego de palabras menuda era, pues si bien su flaco cuerpo y baja estatura, parecieran darle licencia de fragilidad ella, sabía sacudirse sus miedos a fuerza de aparentar dureza , ser diría que alguien la había educado para usar de la mejor manera posible el ataque rayano en lo soez a veces para realmente ocultar sus propias inseguridades.

Contradictoria como sólo un humano sabe serlo, podía pasar a recitar una oda a la ternura con sólo dejarse llevar por ese ventanuco del alma que eran sus ojos, vidrieras que dejaban pasar solamente la luz de lo noble, contagiaba   y hacía más conquistas con su mirar que todos los ejércitos invasores que en el mundo han sido. Napoleón nunca hubiera podido  emprender batalla si en su lecho la última mirada que le dedicase Josefina fuere similar a la suya, no estimulaba a guerrear sino a amar, no a irse sino a quedarse.

Se levantó de la cama, él más pudoroso que ella, envuelto en la sábana protectora de lo que entendía poco agraciada figura, ella con ternura se río de su pudor pues no hacía mucho rato el pudor lo había aparcado en vete a saber que invisible perchero, con el único deseo de hacerla feliz, de sentir que sentía de gozar del deleite del placer delegado.


Abogados en Tenerife 

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Se abrazaron, con una entrega que no admitía medianías sin reservas mentales, temiendo hacerse daño en el abrazo, qué torpes se sentían pues a fuerza de querer dejar marca indeleble en el otro parecieran más jarrones chinos que amorosos novios abrazados.

Los dos se dejaban ir, y se veían encoger en el mundo del otro en la calidez de la piel amada, en la esencia de ausencia de prisas, en el olvidar del reloj.No hacía falta posturas imaginativas, ni saltar de armario alguno, simplemente con dejar pasar las horas era suficiente, para no querer que pasaran, querer detener el tiempo era una quimera, detenerlo un imposible.

Se rieron al verse así a lo tonto, ella más descarada tiró de su sábana y él por un momento contemplo sus, lo que él entendía miserias, sin por ello dejarse de sentir seguro, pues nada eleva tanto a la peana de la santidad laica como el saberse querido. Decididamente ( pensó para sus adentros nunca sería culturista ni actor porno) Ella bromeó sobre sus atributos, jocosamente, pero con un tono tan tierno que él no pudo dejar de sentir un ligero temblor emocional.

Poco después se tomó la venganza, pues abrazados y completamente desnudos, se estremecía emocionado cosa que a ella la trastornó, aquello era la prueba de la teoría de acción-reacción de tal modo que por un momento ya ni el uno sabíansi sus espasmos obedecían a  lo que sentían entre las sábanas o al hecho de que su mirar diciéndole adelante, no temas, era contagioso, como quiera que fuere, por un momento dos, no significo necesariamente la suma aritmética de una pareja, por un momento no hubo dos, pues ambos se confundieron formando una unidad, cuyo nexo, cuyo engrudo, era únicamente la ternura, que sumada formaba una especie de corriente de alto voltaje a la que no podía sustraerse