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viernes, 22 de junio de 2012

Anécdotas.

La memoria nostálgica ésa que va de mano de la edad que no de la senectud; la que nos impide saber que cenamos ayer,pero se muestra lúcida, precisa en el detalle, gráfica en la mente, sobre aquellos hechos gratos que entroncan en el pasado y pasa el borrador defensivo por los puntos negros de la piel.
Digo todo lo anterior, pues recordé al hilo de un comentario que se me hizo - a un buen  hombre- excelente persona que dejó su Madrid natal por una granja en plena campiña Galaica, paradisiaca para él que toda su vida estuvo de taquillero en el metro Madrileño.

El hombre era de esas personas tan carentes de malicia que enternecía, iba de pesca a diario y lo críos, trastos ellos  por definición, un buen día, dado que observamos que tenía la costumbre de cambiar la caña según saltaban las truchas ( a los desconocedores del tema habrá que decirles que las truchas saltan fuera del agua ). Pues como si el vivaracho pez fuese a quedar allí esperando a que le pusieran anzuelo, él lanzaba sedal a cada salto de trucha, se dio cuenta el pícaro del grupo- siempre hay uno- empezando a tirar pequeños guijarros a sus espaldas de modo tal que al caer al agua parecía que el ruido lo provocaban las truchas..y así le trajo en vilo un buen rato, hasta que el muy bruto cogió una piedra de tal guisa que aquello ya no colaba; el hombre un poco perplejo, se dio la vuelta y al ver la acción de los críos dijo una frase lapidaría que aún parezco estar oyendo ! Hombre, hombre a un pescador no se le tiran piedras ! razón evidente mente no le faltaba.

Volviendo sobre su ingenuidad y poca experiencia como granjero, al ver que tenía que cambiar una bombilla, de un poste propio de alumbrado a su granja, le pidió a mi padre, que le ayudará a derribar el poste para cambiar la bombilla..A lo que lógicamente mi padre le respondió con una pregunta, no en vano era Gallego ¿Y no sería mejor, cambiar la bombilla con una escalera antes de derribar el poste?.