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martes, 6 de marzo de 2012

La manos frías, pero no el corazón.

Me hablaban hoy de las manos frías, no sé si por aquello del corazón caliente, y vino a mi memoria aquella ocasión que un político, que llegó por cierto a Consejero de Estado, y  Ministro vario , me dio la mano, mejor no lo hubiera hecho, era una mano de "pescado" resbaladiza (escamadamente) que nada trasmitía como no fuese distancia y frialdad, ignorando yo, si mi poca importancia contribuía a ello, o por contra se la daba así, al más alto señor y al más vil vasallo que dicho sea de paso no era ninguno de esos supuestos aplicable a mi modesta persona.


Con todo el hombre no era descortés, de trato afable y tranquilo "pero qué pena de aquella mano fría" años más tarde en una entrega de premios, que no me daban a mi todo hay que decirlo, volvió a darme la mano, más por despiste de político que les miras de frente y les haces dudar de si te  conocen de algo, y no vaya a ser que se pierda un voto que voto a voto, se hace un diputado.


Otra cosa son las manos aplicadas al prójimo,próximo si están frías, o hasta a nosotros mismos si nos tocamos, entendiendo lo de tocarse "sensu strictu" nada de tocamientos inconfesables que no es el caso ni el foro, ni el lugar ( algún purista me corregirá y dirá strictu sensu ) ni el momento, ni viene a cuento, vamos que voy parando que me llaman para cenar.