Noches aquellas, que eran tardes prolongadas de lluvias adornadas al calor de la lumbre; largas, despreocupadas para mi, pero angustiosas para mis padres que en su amor paterno nos protegían de las angustias cotidianas, escasos de recursos, abundantes en amor.
Leer a Fiódor Dostoyevski ( no teman he ido a google para escribirlo bien) en "Memorias del subsuelo" o el "idiota" creo que más que bien, fueron lecturas prematuras, y así me quede en el subsuelo de la idiotez, sin ánimo de ofender a nadie.
El maestro ( ahora profesor) me decía que no entendía como podía tener faltas de ortografía leyendo tanto como leía, pues no parece que surtiera mucho efecto tamaña recriminación así que la vida con el tiempo me hizo letrado, de letras mal parado.
Volviendo a los libros de cabecera, todo el mundo tiene uno, de cabecera, tal que médico de Seguridad Social, queda fino, da prestancia y esplendor ¿ Por qué iba a ser yo menos? Aunque hoy la gozada, no me digan que no, es estar aquí dándoles la "murga" en cuarto y mitad de la noche, para mis entretelas del alma. Un gustazo mismamente.