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martes, 16 de octubre de 2012

Las dificultades de conducir en bodas.

A veces uno no es más tonto puesto que no entrena, sentimental yo, durante una temporada me apunté a hacer de chofer en las bodas de un par de amigos.


Nunca mais..En la última, con un precioso paisaje con viñedos preciosos, metieron el coche práctica mente por donde no cabía, pues el turismo parecía una limousine; la decoradora, por llamarle algo, o no tenía permiso de conducir o le faltaban unos hervores, en su frenesí por el adorno, se le olvidó un detallito..los coches para conducirlos hay que ver..y  a ser posible por el parabrisas, pues ya me ven ustedes buscando el arca perdida, la carretera, entre orquideas, rosas o lo que fuesen que no estaba yo de humor para clasificar y distinguir.


Un poco, choco aquí choco allá accedo a la carretera, y mi cabeza sobresalía por la ventanilla y cuelli-corto como soy, tampoco es mucho sobresalir. El caso es que el Novio, me decía,  no corras que puede volar el ramo..y yo jurando en arameo y pensando en su mamá, además y para regodeo mio la tipa aquella, y si me lee lo siento, la decoradora, pego el engendro con Plastilina, con lo cual en una curva di gas y a tomar por..la cuneta el ramo..Mientras ellos se mostraban tristes yo me mostraba feliz por sacarme aquel muerto de encima.

Ese día aprendí que el amor, es ciego. Verán la novia que no era fea, entre sus atributos no estaba una nariz corta, y hasta ahí pues nada que alegar, pero en un momento de amor, digo yo, él dijo !Chatita! Los esfuerzos por no soltar la carcajada, casi me hace tener agujetas al día siguiente ¿No habría epítetos suficientes sin elegir aquel? Pero está claro que si el la veía chata, era chata, para éso era la novia y pagaba la boda. Creo que aquello si que fue una verdadera declaración de amor ciego.