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lunes, 11 de abril de 2011

El cine y sus anécdotas Primera entrega.


A falta de Televisión, lo nuestro era el cine; los que tuvimos la suerte de tenerlo al lado de casa,teníamos en realidad una universidad muy especial.Universidad pues a través de él,conocimos formas,modos, paisajes, paises,hasta diálogos distintos a todo lo cotidiano, mujeres de cinturas imposibles, de gasas no poníbles, nada de "prete a porter" qué va, las mujeres de mis películas estaban diseñadas para no ser ciertas,reales, tan sólo soñadas creadas para soñarlas.
Tendré que contarles por etapas, so pena de aburrirles las mil y una anécdotas que domingo a domingo ocurrían el el Cine del pueblo, a diferencia de las ciudades, sólo tenían una máquina de proyección, con lo que al menos  hacían tres cortes ( para que lo entiendan los jóvenes, sería algo así como parar para cambiar el CD hasta tres veces) y en tanto se podía visitar el bar, no les pido imaginación, pero piensen, multipliquen tres visitas al bar y ya me dirán.
Hoy sólo les relataré una de esas mil anécdotas ilustrativas de un mundo que se fue, no se sabe si para bien.El propietario tan buena persona como despistado y un poco pasotilla, lo de buena persona fíjense si es verdad, que llegaba un crió y si no le alcanzaba el dinero a veces les dejaba entrar sin pagar más que lo que llevaran encima,  razonaba aquellas rebajas diciendo "Total se lo van a gastar en otra cosa", con lo cual inventó el día del espectador de solemnidad.
Se iba al bar y como quiera que los electrodos se  consumían,  a la par que la proyección apagando por momentos, de forma cómplice con sus clientes, esperaba a que surgiera un "pataleo impresionante" para comprobar la máquina, era su avisador las protestas, entre jocosas y divertidas todo parecía parte de un plan, un acuerdo implícito entre las dos partes contratantes.
Un domingo proyectó una película de esas que antaño llamaban policíacas o sea que tenía crimen, o crímenes, el caso es que sólo hubo un descanso, y además de corta, el argumento parecía un poco extraño, pues bien,puestos en píe y camino de la salida los clientes-espectadores, vieron atónitos como tal cual grande y largo era, y lo era mucho para la estatura media de aquellas décadas , dijo, no dejando salir a nadie, con los brazos en cruz y en alta voz " Un momento me falta la bobina del medio" o sea habíamos contemplado la primera parte y la última, quedando la parte central sin visionar, lo cual provoco un! Ahhh colectivo! claro ya nos parecía raro aunque viniendo de aquel entrañable empresario de Sala de Cine, que compatibilizaba el "tute" con la proyección nada tenía de raro por lo cual todos a ver la parte central a ver si así atábamos cabos,  sobre el que hoy llaman "triller".